Cómo apareció el crisantemo.
Hace
más de mil años, vivía lejos de aquí una familia. El padre trabajaba cultivando
los campos de arroz. La madre criaba gusanos de seda. Con el hilo confeccionaba
quimonos. El hijo estaba aprendiendo a dar sus primeros pasos; y era la alegría
de la casa.
Las
vísperas de los días de fiesta, la madre abría el arcón y sacaba los quimonos
que había cosido para toda la familia. A la mañana siguiente, se ponía cada uno
el suyo; la madre se peinaba su precioso pelo con un moño, recogido con dos
agujones con perlas, y se iban a pasear. Y así, vivían felices.
Pero
hoy es fiesta y no se les ha visto en el paseo. ¿Qué está ocurriendo?
Ocurre
que el niño está enfermo.
Esta
mañana no ha salido gateando como de costumbre sino que está quieto, con los
ojos cerrados, tumbado.
La
madre decide:
–Dicen que en
medio del bosque vive un hombre muy sabio que sana con las hierbas del campo.
Le llevaremos al niño para que le vea y le cure.
Al
amanecer, se ponen en camino hasta llegar a un claro del bosque, donde hay una
casa sencilla. Delante, está el hombre sabio ante un montón de hierbas. Se
acercan, saludan al sabio con una profunda inclinación de cabeza, se sientan
enfrente de él, y la madre le dice:
–Nuestro hijo
está enfermo.
El
padre entreabre la manta , el sabio mira al niño, mueve la cabeza en silencio y
dice:
–Lo siento mucho,
pero yo no conozco ninguna hierba que pueda curar a vuestro hijo.
Pero la madre
pregunta:
–Dime al menos
cuánto tiempo va a vivir.
El
sabio al fin dice:
–Este niño va a
vivir tantos días como pétalos tiene una flor que crece en el bosque. Allá
lejos, bajo el pino más alto de todos.
La
madre se adentra en la espesura. Va de árbol en árbol, mirando hacia lo alto,
hasta que encuentra uno cuya copa se pierde entre las nubes. Deja resbalar su
mirada por el tronco y en el suelo ve una mata florida.
La
madre cuenta los pétalos: cuatro. Se quita uno de los agujones del moño y con
su punta afilada rasga uno de los pétalos de arriba abajo y logra sacar una
tirita larga y estrecha sin romperla. Sigue haciendo lo mismo. Donde antes
había un solo pétalo ahora hay varios, estrechitos y largos.
Con
la flor así preparada corre hasta el sabio.
–Cuenta los
pétalos y dime cuántos días va a vivir mi hijo.
El
sabio toma la flor entre sus manos y empieza a contar. Pero los pétalos son
ahora tan estrechos que resulta difícil separarlos.
–Uno, dos, tres,
cuatro, cinco, seis… Y este de delante, ¿lo he contado ya, o todavía no?
No
consigue contar los pétalos hasta el final por más que lo intenta, y llega un
momento en el que se queda callado. Después de un rato de silencio, le devuelve
la flor a la madre diciendo:
–Creo que lo
ocurrido quiere decir que vuestro hijo va a vivir un número incontable de días.
Y
así fue. El niño se curó y vivió un número incontable de días y les contó a sus
hijos y a sus nietos la historia de la flor y de los pétalos.
Pero
lo más maravillosos de todo fue que, la primavera siguiente, al pie del pino
más alto del bosque, en vez de flores pequeñas de cuatro pétalos, florecieron
en esa misma mata otras flores redondas, de muchos pétalos estrechitos y
largos, que son crisantemos.
Y
así aparecieron los primero crisantemos en el mundo.
MONTSERRAT DEL AMO (basado en un cuento popular chino).
Tomado de Cuentos contados. Ediciones SM.
Tomado de Cuentos contados. Ediciones SM.
[Extraer
información implícita]
1. ¿Cómo es el
espacio en el que se desarrolla la historia? Descríbelo.
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2. ¿Qué hecho
maravilloso ocurre en el relato? Explícalo.
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3. ¿Qué
características tiene el crisantemo según el relato que acabas de escuchar?
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(Argumentar)
4. ¿Qué opinas de
la madre que protagoniza el relato? ¿Actuó correcta o incorrectamente?
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